La conquista catalana no fue en el Sigo XIII: la vivimos ahora
La conquista catalana no la protagonizó Jaime I de Aragón cuando el 31 de diciembre de 1229 entró en Medina Mayurka. La conquista catalana de Baleares la estamos padeciendo estas últimas décadas.
La conquista de Mallorca de Jaime I no fue ninguna conquista catalana. Y no lo fue por dos motivos fundamentales. Primero, la empresa de Mallorca fue la continuación de la reconquista cristiana iniciada trescientos años atrás desde los condados de la antigua Marca Hispánica. Fue una Cruzada cristiana contra el Islam y llevada a cabo en la misma época de la Sexta Cruzada para la recuperación de Jerusalén. De hecho, el papa Gregorio IX promovió la conquista y poblamiento de Mallorca con diversas bulas, concediendo a sus participantes las mismas indulgencias dadas a los cruzados de Tierra Santa. Y segundo, como en todas las conquistas de la Corona de Aragón, sus participantes procedían de muy diversos territorios, básicamente de Provenza, Barcelona y Aragón.
Así es, la conquista catalana la estamos viviendo actualmente, no fue hace ocho siglos. Antes éramos el Reino de Mallorca, ahora somos “les Illes”. Antes teníamos una lengua con gramática, ortografía y diccionarios, ahora tenemos unas tristes modalidades de la lengua catalana, totalmente marginadas y maltratadas. Antes teníamos el mar balear entre la península ibérica y nuestra tierra, ahora tenemos el mar catalán. Antes teníamos una bandera dada por los reyes de Mallorca y ahora tenemos una bandera inventada que no quiere nadie. Antes un sapo era un “calàpet”, ahora es un “gripau”. Antes una codorniz era una “guàtlera”, ahora es una “guatlla”. Antes un pato era una “ànnera”, ahora es un “ànec”.
Antes teníamos el “Mapamundi de 1375” de Cresques Abraham, ahora tenemos el “Atlas Catalán”. Antes sabíamos que Ramón Llull, en su testamento de 1313, destinó 140 libras para que se copiasen sus diez obras más recientes en romance y en latín (“scribantur libri in pergameno in romancio et latino”) y que era el traductor de su “Libro de Contemplación en Dios” del árabe al romance (“romançador d’aquesta obra d’arabic en romanç”), ahora tenemos su nombre para el Instituto Ramón Llull, que tiene como objetivo “promover en el exterior los estudios de lengua y cultura catalanas” (www.llull.cat).
Antes teníamos la Universidad Literaria de Mallorca, ahora tenemos la UIB.cat. Antes cada 31 diciembre teníamos la ofrenda floral a Jaime I en la plaza de España, ahora es en la plaza de la Puerta Pintada (es el mismo lugar, pero ya han quitado la palabra España). Antes se podía colocar una bandera de España en las aulas, ahora altera la convivencia (pero la colocación de banderas esteladas en las fachadas de los colegios no va contra la convivencia). Antes se impartían clases en castellano, ahora sólo en catalán.
También sabíamos de la resistencia de los mallorquines durante las invasiones aragonesas de 1285 y 1343, tanto en la capital como en los castillos roqueros de Alaró, Santueri y Pollensa. Sabíamos que los héroes Cabrit y Bassa habían sido ajusticiados por el infante aragonés por su defensa del castillo de Alaró en 1285. Como también que el mismo Ramón Llull, durante los más de diez años en que Mallorca estuvo en manos de Aragón, no puso pie alguno en ningún territorio aragonés en protesta por la invasión, y que, además, en su obra “Blanquerna” así lo denunció por boca del mismo Jaime II de Mallorca: “ahora me he vuelto pobre y menospreciado de las gentes por un rey orgulloso e injurioso quien por su gran poder y por avaricia me ha quitado mi tierra”.
También sabíamos lo que le contestaron los mallorquines al usurpador Pedro IV de Aragón en 1343: “el Rey de Mallorca (Jaime III) era su señor natural” (“Cronicón Mayoricense”). Y que durante las siguientes celebraciones de la Fiesta del Estandarte los nobles mallorquines se negaron a llevar la insignia de las cuatro barras. Pero ahora resulta que la resistencia de los mallorquines a las invasiones no fue tal, ya que “los isleños no movieron ni un dedo en lo que era una pelea entre parientes” (www.arabalears.cat).
Desde la muerte de Jaime III en Llucmajor a manos de Pedro IV el recelo a todo lo catalán fue la constante histórica de los mallorquines. Y que se intensificó desde el momento en que Pedro IV sometió al reino a un terrible expolio fiscal para financiar sus campañas para las guerras de Cerdeña y de Castilla, lo que obligó al reino a emitir deuda que fue suscrita mayoritariamente por comerciantes catalanes. Durante siglos nuestros antepasados lucharon para defender la personalidad propia del reino, ante las ansias fagocitadoras catalanas.
Durante las negociaciones que llevaron al Compromiso de Caspe de 1413 para elegir al nuevo rey de Aragón los mallorquines fueron excluidos del proceso de elección, hecho que comportó la protesta del síndico mallorquín Berenguer de Tagamanent ante el parlamento general de Cataluña. Tagamanent pidió a los catalanes que se definiesen, dejándoles muy claro que Mallorca no formaba parte de Cataluña, motivo por el cual parecía que los mallorquines quedaban excluidos: “se diga si para algunos hay duda que el Reino de Mallorca es reino por si, o miembro del Principado de Cataluña”. Como también recordó que Mallorca, Valencia, Cataluña y Aragón eran entes independientes: “es similar a dudar si jamás los reinos de Aragón, de Valencia y de Mallorca tuvieron rey, ni señor alguno, ni el Principado de Cataluña, conde o príncipe”.
Después de la guerra catalana de 1462 llegaron las negociaciones para evitar nuevas sublevaciones contra el rey. Uno de los puntos a tratar fue la deuda mallorquina en manos catalanas. Durante los diez años de guerra, el rey Juan de Aragón había confiscado los pagos de los mallorquines correspondientes a los catalanes para sufragar la guerra. Pero una vez restablecida la paz, aunque cesaron las confiscaciones, los mallorquines continuaron ocho años más sin pagar a los catalanes, motivo por el cual se tuvo que llegar a una Concordia en 1481.
Fue en ese momento que los mallorquines recordaron a los catalanes su deslealtad hacia su rey como también el rencor que mantenían hacia Mallorca por no querer aliarse con ellos contra Juan II: “la voluntad de los acreedores de Cataluña, que hacen su instancia no tanto por su interés como por el odio, el cual concibieron contra este Reino, por no querer oír las peticiones y persuasiones de los catalanes durante las perturbaciones de Cataluña, cuando levantaron la obediencia al señor rey don Juan”.
El conflicto entre mallorquines y catalanes continuó en el siglo XVI. En 1517, el Consejo de Mallorca envió a la Corte Real de Gante al notario Juan Crespí con la misión de aclarar la denuncia hecha por los jurados mallorquines a la gestión del regente de la Cancillería, el abogado catalán Miguel de Gualbes. Dada la condición de catalán de Gualbes, como la del antiguo lugarteniente del reino, Juan de Aymerich, el embajador mallorquín volvió a sacar a la luz la hostilidad mallorquina hacia Cataluña debido a la mala administración del regente: “bien es verdad han sido procesados dos catalanes (Gualbes y Aymerich) que han presidido el Reino y destruido aquel, y que pues no nos convienen, no los queremos en nuestra compañía”.
Cuando Crespí relató cómo Gualbes le dijo que los catalanes habían conquistado Mallorca (ya se lo pensaban), el notario mallorquín Crespí le replicó diciendo que no era así, que “los conquistadores del Reino hemos sido nosotros mismos que permanecimos en él”, en clara identificación con la población mozárabe mallorquina que siglos atrás vivió la conquista de Jaime I de Aragón.
Para dejar las cosas del todo claras en relación a los catalanes, en el año 1600 el Consejo Supremo de Aragón dictaminó que los catalanes eran considerados extranjeros en Mallorca, y que, por tanto, debían satisfacer el derecho del forastero que pagaban a la administración mallorquina todos los extranjeros que residían en Mallorca.
La constante histórica de la tensión entre mallorquines y catalanes se siguió manteniendo. Durante una nueva sublevación catalana contra el rey, esta vez le tocó a Felipe IV de España en 1640, los mallorquines no volvieron a ayudar a los catalanes y apoyaron nuevamente al monarca, convirtiéndose en base de operaciones para la guerra. Finalizada la guerra en 1652 fue motivo de agradecimiento real la importante cooperación mallorquina: “he querido significaros la aceptación y memoria que me queda de todo y daros muchas gracias por la demostración y firmeza con que habéis continuado vuestras asistencias y socorros”.
El primer y único intento catalán de conquista de Mallorca por las armas tuvo lugar durante la Guerra Civil. El 16 de agosto de 1936 año desembarcaron en Porto Cristo las fuerzas de la Generalidad de Cataluña al mando del capitán Alberto Bayo. Como en los siglos anteriores la decisión de los mallorquines fue firme. Los más de 8.000 milicianos de las fuerzas invasoras catalanas fueron rechazados por unos 3.000 efectivos mallorquines de las milicias de Manacor, Artá, Villafranca y Palma, además del Tercio de Voluntarios de Palma Jaime I. La expedición catalana fue un rotundo fracaso. Bayo y sus milicianos recibieron la orden de retirada del Gobierno de Madrid el día 3 de septiembre.
Y volvamos al siglo XXI, a la verdadera conquista catalana de Mallorca. Es la usurpación, sustitución y expolio de nuestra lengua, de nuestra cultura y de nuestra historia mediante la introducción del dominio punto.cat, de festejos importados desde Cataluña como los “correfocs” y los “castellers”, y, sobre todo, la incesante labor de tergiversación, falsificación y catalanización de los libros de texto de Baleares durante las últimas décadas. Los libros de los alumnos de Baleares están editados en Cataluña y en lengua catalana estándar y usan una nomenclatura totalmente pancatalanista.
Las Baleares son “les Illes”, la comunidad Valenciana es “el País Valencià” y añadiendo “el Principat” suman “els Països Catalans”. La Guerra de Independencia es “la Guerra del Francés”. La Corona de Aragón es “la Corona catalano-aragonesa”. Jaime I de Aragón es “el rei català”. Y no falta el mantra pancatalanista de la conquista catalana de Mallorca: “La conquista de Mallorca (1229) (…) supuso su anexión a la Corona de Aragón y la adopción del catalán como lengua. La población musulmana fue expulsada de Mallorca y de Ibiza. Estas islas fueron repobladas exclusivamente por catalanes”. Y como no, que “Llull elevó el catalán a lengua universal”.
Ha sido en estas décadas, con el catalanista Estatuto de Autonomía de 1983, que después de un largo periplo iniciado en 1829 con la sustitución la Universidad Literaria de Mallorca por la Universidad de Barcelona (en la misma época de la “Renaixença” catalana) cuando se está culminando el proceso de subordinación intelectual y cultural de nuestra clase cultural y, por ende, de nuestra clase política al catalanismo, y que consiste en hacernos catalanes…. Y para que no nos desviemos del camino (ni los habitantes de Baleares, ni muchos menos, los políticos que implantan las leyes catalanistas), los tentáculos de los entes quintacolumnistas (subvencionados por la Generalidad de Cataluña) llegan a todos los niveles administrativos, periodísticos, culturales, educativos y políticos de Baleares. Ahí tenemos a la Obra Cultural Balear, al sindicato de enseñanza STEI, al partido políticos Més, al periódico Ara Balears, y como no, a la UIB.cat dirigiendo la orquesta.
La pregunta planteada por el politólogo e historiador argentino Marcelo Gullo y la respuesta que da es la triste realidad que estamos viviendo en Baleares: ”¿Qué pasaría si a un pueblo se le tergiversa o se le falsifica su pasado? ¿Qué le sucedería a un pueblo si sus niños y sus jóvenes estudian una historia, la de su propio pueblo, intencionadamente falsificada? La respuesta es simple: ese pueblo perdería su ‘ser’, su ‘ser nacional’”. Así de sencillo, la conquista catalana y el expolio catalanista de Baleares es ahora (www.illesbalears.cat, www.conselldemallorca.cat, www.palma.cat, www.culturamallorca.cat…) y lo “celebramos” cada 31 de diciembre, en la plaza de España, no, en la Puerta Pintada.